Contemplando sus ruinas, sus inmensos muros, uno llega a imaginarse lo impresionante y magnífico que tuvo que ser este Palacio Badi. Fue construido por orden del Sultán Ahmed al Mansur Ed Dahbi a comienzos del siglo XVII, concretamente 1603, con el fin de conmemorar una victoria sobre las tropas portuguesas.
En su origen contaba con un gran patio central, y a su alrededor unas 360 habitaciones. Hoy en día el solar rodeado por los muros era aquel enorme patio, en el que había también un estanque y una pequeña fuente. Viendo otros palacios tenemos que seguir imaginando la suntuosidad de la decoración que tendría.
La nostalgia y el recuerdo reinan a medida que seguís visitando lo que fue este palacio. Las cigüeñas que hoy en día viven sobre sus muros son el único testigo de nuestra visita. Columnas de mármol, materiales preciosos, de todos los lugares del mundo llegaban los mejores artesanos para cubrir de majestuosidad esta obra de arte saadí.
Desgraciadamente, a la muerte del último sultán de la dinastía saadí, todos los grandes monumentos que habían construido, a excepción de sus tumbas, fueron destruidos. El Palacio Badi, que significa el Incomparable, fue completamente desmantelado. Cuentan que no hubo una sola ciudad de Marruecos que se quedara sin recibir en prenda algo de aquel extinto palacio.
Hoy el patio está poblado de naranjos y alguna palmera. De todas maneras aún podemos subirnos a la parte alta del palacio y contemplar unas preciosas vistas de todo Marrakech y de las montañas del Atlas.
Gracias a los relatos y escritos históricos que se han conservado sabemos de la suntuosidad que tuvo en su momento. En algunos de ellos se puede leer que el sultán se inspiró en la Alhambra de Granada para construir este palacio. Era tanto el orgullo del sultán que no era sino en el Palacio Badi en donde deleitaba con sus fiestas suntuosas a todo aquel que llegaba.
Hoy las únicas fiestas que se celebran en su patio son el Festival Nacional de Artes Populares, y algunas películas del Festival de Cine de Marrakech. Venir a esta ciudad y no ver esl Palacio Badi sería imperdonable, casi tanto como su destrucción.
